martes, 19 de febrero de 2008

Trasnoche

Afuera se oyen voces, toda la noche las he escuchado. Murmuran y murmuran como si estuvieran tramando algo. No he podido entender bien qué dicen, pero se entiende que es algo malo.

Desde luego que no puedo asomarme, ni prestar oído de más cerca. Si saben que les escucho qué podría pasarme...

Aún así he prestado atención a escondidas a los murmullos. No he logrado dormir, he tratado de escuchar lo más que puedo y sólo entiendo que algo van a hacer; que alguien se queda solo y gana buen dinero.

Porqué tenía que ser yo, porqué justo tenía que levantarme al baño a media noche y escuchar algo de la conversación.

Habré malinterpretado todo y tal vez no es cierto lo que he escuchado.

¿Y si me he enterado de algo malo que va a suceder?. ¿Por qué no hago nada al respecto?... ¡Ah, ya me acordé!, ¡qué tonta!, porque si llamo a los pacos van a querer saber más y yo no entendí mucho. Igual las voces de los tipos eran de ebrios. Tal vez eran sólo escapadas de borrachos.

¿Y si me vuelvo a dormir?. Total, si pasa algo qué podría hacer igual. No podría salir a defender al vecino. Mejor es dormir y olvidarme de todo. Nadie va a saber que escuché algo… Y si alguien pregunta le digo que yo creía que eran unos ebrios afuera y me di vuelta para seguir durmiendo.

Tema solucionado. A dormir...
------------------------ o -------------------------------------------------

Acabo de despertar. Entre sueños oía sirenas de carabineros y de ambulancias. Algo vi por entre mi cortina. Van subiendo unos cuerpos cubiertos de sábanas blancas que se van manchando de rojo.

Salí hacia afuera a copuchar, todo el barrio estaba ahí y yo no podía quedarme atrás. Además hace tiempo que no veía a la Eugenia. Se anda escapando siempre para no pagarme las diez lucas. Voy a acompañarla a su casa a seguir copuchando y como si nada le voy a cobrar.

De pronto oí gritos. Tienen que ser de una vecina que conozco y no puedo identificar, igual ando media atontada.

Me voy a ir acercando. La voz me suena tan familiar es de...... ¡Era la voz de mi suegra!.

........... Ahí estaba su mano caída a través de la sábana, su dedo luciendo nuestro anillo de bodas. Que a pesar de todo nunca nos habíamos sacado, a pesar de seis meses sin vivir juntos.

Cada uno sabía que miraba por la ventana cuando el otro pasaba por el frente, cada uno comentaba la vida extraordinaria que estaba llevando cuando nos encontrábamos en el supermercado y él pasaba de darme la mano como amigos a darle la mano a mis hijos, para llevarlos a dar una vuelta en su día de visita.

Ahora estaba ahí, su mano extendida al borde de la sábana y mi hijo se la tomó para salir de paseo.